Tango 1928 |
Música: Azucena Maizani |
Letra: Azucena Maizani |
Llegando la noche recién te levantas y sales ufano a buscar un beguén. Lucís con orgullo tu estampa elegante sentado muy muelle en tu regia baqué. Paseás por Corrientes, paseas por Florida, te das una vida mejor que un pachá. De regios programas tenés a montones... Con clase y dinero de todo tendrás. Pero yo sé que metido vivís penando un querer, que querés hallar olvido cambiando tanta mujer... Yo sé que en las madrugadas, cuando las farras dejás, sentís tu pecho oprimido por un recuerdo querido y te pones a llorar. Con tanta aventura, con toda tu andanza, llevaste tu vida tan sólo al placer. Con todo el dinero que siempre has tenido todos tus caprichos lograste vencer. Pensar que ese brillo que fácil ostentas no sabe la gente que es puro disfraz. Tu orgullo de necio muy bien los engaña... No quieres que nadie lo sepa jamás. |
lunes, 12 de agosto de 2013
Pero yo se
sábado, 10 de agosto de 2013
Mala entraña
Tango 1927 |
Música: Enrique Maciel |
Letra: Celedonio Flores |
Te criaste entre malevos, malandrines y matones, entre gente de avería desarrollaste tu acción; por tu estampa, en el suburbio florecieron los balcones, y lograste la conquista de sensibles corazones con tu prestigio sentado de buen mozo y de varón. Mezcla rara de magnate nacido en el sabalaje, vos sos la calle Florida que se vino al arrabal. ¡Compadrito de mi esquina, que sólo cambió de traje! pienso, siempre que te veo tirándote a personaje, que sos mixto jaulero con berretín de zorzal. Malandrín de la carpeta, te timbeaste de un biabazo el caudal con que tu vieja pudo vivir todo un mes, impasible ante las fichas, en las noches de escolaso o en el circo de Palermo, cuando a taco y a lonjazo te perdés por un pescuezo la moneda que tenés. Y es por eso que asentaste tu cartel de indiferente, insensible a los halagos de la vida y al sufrir; se murió tu pobre madre, y en el mármol de tu frente ni una sombra, ni una arruga que deschavara, elocuente, que tu vieja no fue un perro, y que vos sabés sentir... Pero al fin todo se acaba en esta vida rastrera y se arruga el más derecho si lo tiran a doblar; vos, que sos más estirado que tejido de fiambrera, Dios no quiera que te cache la mala vida fulera, que si no, como un alambre, te voy a ver arrollar. |
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Jorge Maciel
Adiós corazón |
Tango 1957 |
Música: Lalo Etchegoncelay |
Letra: Héctor Sapelli |
Adiós corazón... te decían los muchachos. Adiós corazón... aquel día dije yo. Y comenzaste a sonreir porque la frase te agradó y por las calles te seguí diciendo así, con emoción: Adiós corazón... si usted quiere conversamos; soñé con su amor... quiero ver qué hay de verdad. Y mi presencia te turbó: quedaste casi sin hablar cuando dijiste con tu adiós: ¡Hasta mañana, corazón! Adiós corazón... de tu mano va otra mano. Adiós corazón... quién pudiera ser tu amor. ¡Que nunca tengas que llorar! ¡Que no conozcas el dolor! Y que en tus ojos, el amor, viva radiante como hoy. Adiós corazón... si usted quiere conversamos; soñé con su amor... quiero ver qué hay de verdad. Y mi presencia te turbó: quedaste casi sin hablar cuando dijiste con tu adiós: ¡Hasta mañana, corazón! |
miércoles, 7 de agosto de 2013
Ignacio Corsini - La Pulpera de Santa Lucía
La pulpera de Santa Lucía |
Vals 1929 |
Música: Enrique Maciel |
Letra: Héctor Pedro Blomberg |
Era rubia y sus ojos celestes reflejaban la gloria del día y cantaba como una calandria la pulpera de Santa Lucía. Era flor de la vieja parroquia. ¿Quién fue el gaucho que no la quería? Los soldados de cuatro cuarteles suspiraban en la pulpería. Le cantó el payador mazorquero con un dulce gemir de vihuelas en la reja que olía a jazmines, en el patio que olía a diamelas. "Con el alma te quiero, pulpera, y algún día tendrás que ser mía, mientras llenan las noches del barrio las guitarras de Santa Lucía". La llevó un payador de Lavalle cuando el año cuarenta moría; ya no alumbran sus ojos celestes la parroquia de Santa Lucía. No volvieron los trompas de Rosas a cantarle vidalas y cielos. En la reja de la pulpería los jazmines lloraban de celos. Y volvió el payador mazorquero a cantar en el patio vacío la doliente y postrer serenata que llevábase el viento del río: ¿Dónde estás con tus ojos celestes, oh pulpera que no fuiste mía?" ¡Cómo lloran por ti las guitarras, las guitarras de Santa Lucía! |
viernes, 2 de agosto de 2013
Tarde
De cada amor que tuve tengo heridas, heridas que no cierran y sangran todavía. ¡Error de haber querido ciegamente matando inútilmente la dicha de mis días! Tarde me di cuenta que al final se vive igual mintiendo... Tarde comprendí que la ilusión se marchitó queriendo... ¡Pobre amor que está sufriendo la amargura más tenaz! Y ahora que no es hora para nada tu boca enamorada me incita una vez más. Y aunque quiera quererte ya no puedo, porque dentro del alma tengo miedo. Tengo miedo que se vuelva a repetir la comedia que me ha hundido en el sufrir. ¡Todo lo que di!... ¡Todo lo perdí!... Siempre puse el alma entera, de cualquier manera, soportando afrentas y al final de cuentas me quedé sin fe. De cada amor que tuve tengo heridas, heridas que no cierran y sangran todavía. Error de haber querido ciegamente, perdido en un torrente de burlas y mentiras. Sigo en mi rodar sin esperar y sin buscar amores... Ya murió el amor porque el dolor le marchitó las flores... Y aunque llores y me implores mi ilusión no ha de volver. ¡No ves que ya la pobre está cansada, vencida, destrozada de tanto padecer!
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