Letra de Agustín Minotti Musica de Agustín Minotti
Tenue tul de la ilusión envuelve tu candor tu sueño se cumplió: quince años tienes hoy: tu blanca ensoñación me embriaga de emoción. Eres novia de la flor, eres alba del amor, con la palidez lunar plateaste tu felicidad.
Noche azul... Las estrellas son joyas del vals y al danzar Quince años girando al compás: juventud, bella juventud, brinden hoy sea eterna la juventud.
Sin darme cuenta, vine andando por este camino largo y estrecho. Al volver la vista atrás se vislumbra mi tierra natal en la lejanía Es un camino escarpado, un camino sinuoso, igual es la vida, para la cual no contamos con siquiera un mapa. Aah, las eras pasan suavemente como el fluir de un río. Aah, simplemente el cielo se tiñe de carmesí incesantemente como el fluir de un río. El vivir es un viaje que realizo mientras ando en busca de sueños en este camino sin final llevando conmigo a mi amada aunque es un camino lleno de fango por la lluvia, ya que sé que algún día vendrá de nuevo un día soleado. Aah, quiero entregarme serenamente como el fluir del río. Aah, mientras cambian las estaciones en espera de que la nieve se derrita como el fluir de un río. Aah, quiero entregarme serenamente como el fluir del río, por siempre, escuchando su azul murmullo.
Música: Carlos Gardel Letra: Alfredo Le Pera (canción) Claro caminito criollo florido y soleado, con pañuelo bordeado vos me viste pasar. Mientras los pastos amigos que saben mi anhelo, como dulce consuelo, su verde saludo me hacían llegar.
Cruzando montes y valles, con alas venía mi pobre carreta, con su carga de esperanzas las ruedas le hacían al viento gambetas. Y cuando ya atravesaba la hondura del valle de lenta corriente, una congoja naciente detuvo su impulso parando su andar, porque en ese arroyito a veces tus ojos se saben mirar.
Y así que vi su casita de puro celoso me sobró el pampero para contarle chismoso que traigo en mi apero mil prendas de amor. Para su pelo una cinta que llevo escondida de lindo color. Para sus labios mi antojo y para sus ojos un claro cristal, y pa' su blanca garganta el criollo que canta tiene este cantar.
Claro caminito criollo florido y soleado, yo quiero que se asombre cuando ella me nombre al verme llegar.
Música: Vicente Belvedere Letra: Francisco García Jiménez
En este barrio que es reliquia del pasado, por esta calle, tan humilde tuve ayer, detrás de aquella ventanita que han cerrado, la clavelina perfumada de un querer... Aquellas fiestas que en tus patios celebraban algún suceso venturoso del lugar, con mi guitarra entre la rueda me contaban y en versos tiernos entonaba mi cantar...
Barrio... de mis sueños más ardientes, pobre...cual las ropas de tus gentes. Para mí guardabas toda la riqueza y lloviznaba la tristeza cuando te di mi último adiós... ¡Barrio... barrio pobre, estoy contigo!... ¡Vuelvo a cantarte, viejo amigo! Perdoná los desencantos de mi canto, pues desde entonces, lloré tanto, que se ha quebrado ya mi voz...
Por esta calle iba en pálidas auroras con paso firme a la jornada de labor; cordial y simple era la ronda de mis horas; amor de madre, amor de novia...¡siempre amor! Por esta calle en una noche huraña y fría salí del mundo bueno y puro del ayer, doblé la esquina sin pensar lo que perdía, me fui sin rumbo, para nunca más volver....
Música: Ángel Villoldo Letra: Enrique Santos Discépolo Con este tango que es burlón y compadrito se ató dos alas la ambición de mi suburbio; con este tango nació el tango, y como un grito salió del sórdido barrial buscando el cielo; conjuro extraño de un amor hecho cadencia que abrió caminos sin más ley que la esperanza, mezcla de rabia, de dolor, de fe, de ausencia llorando en la inocencia de un ritmo juguetón.
Por tu milagro de notas agoreras nacieron, sin pensarlo, las paicas y las grelas, luna de charcos, canyengue en las caderas y un ansia fiera en la manera de querer...
Al evocarte, tango querido, siento que tiemblan las baldosas de un bailongo y oigo el rezongo de mi pasado... Hoy, que no tengo más a mi madre, siento que llega en punta 'e pie para besarme cuando tu canto nace al son de un bandoneón.
Carancanfunfa se hizo al mar con tu bandera y en un pernó mezcló a París con Puente Alsina. Triste compadre del gavión y de la mina y hasta comadre del bacán y la pebeta. Por vos shusheta, cana, reo y mishiadura se hicieron voces al nacer con tu destino... ¡Misa de faldas, querosén, tajo y cuchillo, que ardió en los conventillos y ardió en mi corazón.
Música: Juan de Dios Filiberto Letra: Enrique Santos Discépolo Decí, por Dios, ¿qué me has dao, que estoy tan cambiao, no sé más quien soy? El malevaje extrañao, me mira sin comprender... Me ve perdiendo el cartel de guapo que ayer brillaba en la acción... ¿No ves que estoy embretao, vencido y maniao en tu corazón?
Te vi pasar tangueando altanera con un compás tan hondo y sensual que no fue más que verte y perder la fe, el coraje, el ansia 'e guapear. No me has dejao ni el pucho en la oreja de aquel pasao malevo y feroz... ¡Ya no me falta pa' completar más que ir a misa e hincarme a rezar!
Ayer, de miedo a matar, en vez de pelear me puse a correr... Me vi a la sombra o finao; pensé en no verte y temblé... ¡Si yo, -que nunca aflojé- de noche angustiao me encierro a yorar!... Decí, por Dios, ¿qué me has dao, que estoy tan cambiao, no sé más quien soy?
Remotos acordeones despliegan en la noche sus pájaros de brumas y un coro de fantasmas que gritan en las sombras preguntan y preguntan, preguntan por qué lloro, preguntan por qué canto, por qué no la maldigo, por qué la quise tanto... tanto...
Yo sólo sé que fue el remanso de mi vida gris, que en el calvario de mis días fue una tibia luz, que bendigo esta negra cruz, que está aquí... y está ausente... y sangra en mis labios desesperadamente.
Las sombras implacables jugando con mi angustia me acosan y preguntan, preguntan por qué en vano la espero todavía; por qué vivo soñando que alguna vez fue mía... mía...
Música: Mariano Mores Letra: Dante Gilardoni / Raúl Capablanca (milonga) Para bailar esta milonga, hay que tener primeramente una buena compañera que sienta en el alma el ritmo de fuego así...
Hay que juntar las cabezas mirando hacia el suelo pendientes de su compás, dejar libres los zapatos que vayan y vengan en repiqueteo sin fin, y que mueva la mujer las caderas al ritmo caliente que da el tambor, olvidarse de la vida y del amor para bailar...
Porque en este baile insinuante hay que tener, desde el corazón palpitante hasta los pies, el repiquetear del taquito se hace obsesión, hasta que se funde en el ritmo del corazón...
Al compás de esta milonga vuelvo a ver igual que ayer un baile de meta y ponga y un vivir para querer... Un pasito atrás por aquí, otro avance más por allá, la sentada limpia y después viene el taconeo final... El candombe está en lo mejor y la moza vibra al compás, y siempre que esta milonga vuelvo a bailar, me gusta más...
Para bailar, se necesita más que nada amar la vida, porque es vida todo aquello que se agita en los compases de un candombe de mi flor y de mi amor
Música: Enrique Delfino Letra: Alberto Vaccarezza ¡Mozo! Traiga otra copa y sírvase de algo el que quiera tomar, que ando muy solo y estoy muy triste desde que supe la cruel verdad. ¡Mozo! Traiga otra copa que anoche, juntos, los vi a los dos... Quise vengarme, matarla quise, pero un impulso me serenó.
Salí a la calle desconcertado, sin saber cómo hasta aquí llegué a preguntar a los hombres sabios, a preguntarles qué debo hacer... Olvide, amigo—dirán algunos—, pero olvidarla no puede ser... Y si la mato, vivir sin ella, vivir sin ella nunca podré.
¡Mozo! Traiga otra copa y sírvase de algo el que quiera tomar... Quiero alegrarme con este vino a ver si el vino me hace oluidar. ¡Mozo! Traiga otra copa y sírvase de algo el que quiera tomar.
Música: Mariano Mores Letra: José María Contursi ¡Qué ganas de llorar en esta tarde gris! En su repiquetear la lluvia habla de ti... Remordimiento de saber que por mi culpa, nunca, vida, nunca te veré. Mis ojos al cerrar te ven igual que ayer, temblando, al implorar de nuevo mi querer... ¡Y hoy es tu voz que vuelve a mí en esta tarde gris!
Ven —triste me decías–, que en esta soledad no puede más el alma mía... Ven y apiádate de mi dolor, que estoy cansada de llorarte, sufrir y esperarte y hablar siempre a solas con mi corazón. Ven, pues te quiero tanto, que si no vienes hoy voy a quedar ahogada en llanto... No, no puede ser que viva así, con este amor clavado en mí como una maldición.
No supe comprender tu desesperación y alegre me alejé en alas de otro amor... ¡Qué solo y triste me encontré cuando me vi tan lejos y mi engaño comprobé! Mis ojos al cerrar te ven igual que ayer, temblando, al implorar de nuevo mi querer... ¡Y hoy es tu voz que sangra en mí, en esta tarde gris!
Música: Enrique Santos Discépolo Letra: Enrique Santos Discépolo Solo... ¡increíblemente solo! vivo el drama de esperarte, hoy... mañana... siempre igual... ¡Dolor que muerde las carnes, herida que hace gritar, vergüenza de no olvidarte, si yo sé que no vendrás! ¡Solo! ¡Pavorosamente solo!... como están los que se mueren, los que sufren, los que quieren, así estoy... ¡por tu impiedad!
Sin comprender, por qué razón te quiero... Ni qué castigo de Dios me condenó al horror de que seas vos, vos, solamente sólo vos... Nadie en la vida más que vos lo que deseo... Y entre la risa y las burlas yo arrastré mi amor ¡llamándote!...
Fiebre de pasiones maldecidas, que uno trae desde otras vidas y las sufre hasta morir... Dolor de bestia perdida, que quiere huir del puñal, yo me revuelco sin manos pa' librarme de tu mal... ¡Solo!... ¡Despiadadamente solo!... mientras grita mi conciencia tu traición ¡la de tu ausencia! hoy... mañana... siempre igual...
El cierzo helado mató las flores que florecieron en mi rosal, y de los tientos de mis amores, solo y desierto está el barandal. Está en el patio la misma fuente que mis canciones logró escuchar, pero a su vera, con voz doliente, el cruel invierno viene a cantar.
Las golondrinas que ayer tejieron su amante nido, lleno de amor, se consultaron y ya se fueron hacia otros climas de más calor. Los copos blancos van sepultando todo lo hermoso, todo el amor, y ya en las almas está cantando la musa triste, la del dolor.
Pero el invierno, con su tristeza, pronto el reinado terminará, vendrán de nuevo esas bellezas y el mundo entero feliz se reirá. El alma mía, flor delicada, no ha sucumbido ante el dolor, porque se sabe de ti adorada, porque la cuida siempre tu amor.
La copa de alcohol hasta el final y en el final tu niebla, bodegón... Monótono y fatal me envuelve el acordeón con un vapor de tango que me hace mal... ¡A ver, mujer! Repite tu canción con esa voz gangosa de metal, que tiene olor a ron tu bata de percal y tiene gusto a miel tu corazón...
Una canción que me mate la tristeza, que me duerma, que me aturda y en el frío de esta mesa vos y yo: los dos en curda... Los dos en curda y en la pena sensiblera que me da la borrachera yo te pido, cariñito, que me cantes como antes, despacito, despacito, tu canción una vez más...
La dura desventura de los dos nos lleva al mismo rumbo, siempre igual, y es loco vendaval el viento de tu voz que silba la tortura del final... ¡A ver, mujer! Un poco más de ron y ciérrate la bata de percal que vi tu corazón desnudo en el cristal, temblando al escuchar esa canción...
Yo soy María de Buenos Aires de Buenos Aires María, no ven quién soy yo? María Tango, María del arrabal, María noche, María pasión fatal, María del amor de Buenos Aires soy yo!
Yo soy María de Buenos Aires si en este barrio la gente pregunta quién soy, pronto muy bien lo sabrán las hembras que me envidiarán, y cada macho a mis pies como un ratón en mi trampa ha de caer.
Yo soy María de Buenos Aires soy la más bruja cantando y amando también! Si el bandoneón me provoca... tiará, tatá! le muerdo fuerte la boca... tiará, tatá! con diez espasmos en flor que yo tengo en mi ser.
Siempre me digo dale María! cuando un misterio me viene trepando la voz, y canto un tango que jamás nadie cantó y sueño un sueño que nadie jamás soñó: porque el mañana es hoy con el ayer después, che!
(Tarareo y orquesta)
Yo soy María de Buenos Aires de Buenos Aires María, yo soy mi ciudad! María Tango, María del arrabal, María noche, María pasión fatal, María del amor de Buenos Aires soy yo!
El bazar de los juguetes Música: Roberto Rufino Letra: Reinaldo Yiso
Patrón cierre la puerta, no me mire asombrado, le compro los juguetes que tiene en el bazar. Yo se los compro todos, no importa lo que gasto, dinero no me falta para poder pagar. Por una sola noche yo quiero ser rey mago, para que los purretes de todo el arrabal mañana al despertarse aprieten en sus manos el sol de esta alegría que yo les quiero dar.
Al bazar de los juguetes, cuantas veces de purrete, me acercaba para ver. Para ver de allí, de afuera, desde atrás de esa vidriera lo que nunca iba a tener. Si mi vieja era tan pobre le faltaba siempre un cobre para comprarnos el pan. Y hoy que puedo, que la suerte me sonríe, yo no quiero que haya un pibe que no tenga ni un juguete pa' jugar.
Yo sé lo que es sentirse en una nochebuena, teniendo por regalo un solo cacho 'e pan, sabiendo que los otros, cruzando la vereda, dejaban sus juguetes allí, en medio del zaguán. Yo sé lo que es sentirse besado tiernamente por una pobre madre que no me pudo dar ni el más humilde y pobre de todos los juguetes por eso se los compro por eso nada más.